¿Se pueden confiar en los hombres honestos?: El orden social y la integridad personal en Puerto Rico

    Durante la última década, hombres que habían sido puestos en posiciones de autoridad política y confianza social abusaron de estas posiciones para ganancias personales o hacia fines que no estaban en consoné con el bienestar publico.   La primera vez que escuche a Víctor Fajardo fue ene una entrevista televisada.  Dio  tal impresión de integridad pública, que uno hubiese esperado que seria nominado para listas de santos canonizados, en vez de prisioneros confinados que termino siendo.  Manuel Diaz Saldaña, públicamente reconocido como miembro del Opus Dei, sepulto su carácter angélico cuando salió a luz publica sus conflictos de intereses entre su posición como Contralor y su participación en el infamoso "Comité de Privatización".   Finalmente, cuando Pedro Rossello corrió por primera vez para un puesto publico, genuinamente pareció representar una nueva dirección en la gobernanza estatal.  También fue una esperanza desvanecida cuando su administración resultó tener el numero mas alto de figuras exitosamente culpadas por corrupción, entre estas Yamil Kourie y su infamoso Instituto del SIDA.  (Luis Fortuño, con sus lazos a George Bush, el partido republicano, y los grandes intereses corporativos locales, parece estar dirigido en la misma dirección.)  Ciertamente, el vicio público ha sido conocido a través de toda la historia, y por lo tanto no es inusual en cualquier sociedad, sea esta socialista, comunista, o capitalista.  No obstante, lo que es mas triste (y sorprendente) es que estos hombre decidieron violar su imagen publica de integridad y confianza, resultando en le cuestonante de si "¿se pueden confiar en los hombres que aparentan la honestidad?"  Podemos tentativamente concluir que lo que cuenta después de todo es lo que actualmente hacemos ahora en vez de lo que vamos a prometer realizar en al alguna fecha futura.