Carta abierta a Carlos Galliza (4 de septiembre de 2008)

Estimado Carlos Galliza,

    

En toda honestidad, ¿no cree que le debemos un poco de respeto y decoro a las generaciones que nos antecedieron--a aquellos viejos gladiadores que le dieron la batalla por la justicia en tiempos de antaño, cuyo resultado era incierto e inseguro?  Muy fácil es construir un hombre de paja de nuestros contrincantes: simplificaciones que distorsionan la nobleza de su esfuerzo o complejidad de su pensamiento.  No creo que nadie de mayor edad vaya a creer en el simple objetivismo que usted sugiere; es obvio que todo análisis va a tener su distintivo punto de partido, su ojo, su 'ideología', en fin su cultura.  Me da la impresión que precisamente en esto se encuentra algo ciego.  La historia y su practica no se constituyen meramente por fechas, nombres y eventos, sino en el entendimiento de las condiciones bajo las cuales las personas vivieron--en el entendimiento de las condiciones que crearon sus distintivas mentalidades y perspectivas: el 'weltschauung ' de una era.  Que un individuo se ciegue ante la linea partidista no es un indicio de vicio intelectual, sino todo lo contrario: una tierna indicación del mundo al cual pertenece.  La insistencia en la linea partidista nos dice no tan solo a donde va, sino de donde vino.  Un joven que vivió durante los tiempos más difíciles en nuestra historia--la Gran Depresión y luego la Segunda Guerra Mundial--ciertamente tendrá un gran nivel de apego a las instituciones que lo salvaron a el y a su nación de esos aprietos. El partido por el resto de sus vidas significará no solo la sobrevivencia, sino la esperanza en el futuro debido que lo vivió en carne y hueso.   En este sentido José Arsenio Torres le esta siendo fiel a sus creencias y a sus lealtades, tal como usted lo es a las suyas. Lo que hoy damos por sentado en nuestro diario vivir--la relativa prosperidad y estabilidad en nuestra economía, de nuestras leyes y el orden social (generalmente hablando)--fue establecido por miembros de su generación.    "Honrenlo, admirenlo, respetenlo", que puso las piedras del camino sobre el cual andamos--un camino interminable que todavía falta mucho por recubrir.