El deconstruccionismo como metafísica social

    Independientemente de su validez interna, muchas de las "verdades" que creemos se sustentan solamente sobre la frágil base de creencia y tradición.  Aunque algunas de estas creencias tengan estructuras de apoyo más profundizadas y organizadas, tal como la de las religiones, mientras que otras residan sobre frágiles bases sociales, en más ocasiones de lo que quisiéramos pensar, nuestras creencias tienden a residir meramente sobre la fe en la misma.  Que creamos en una que otra cosa o idea, particularmente en el ámbito social, tiende a no poder firmemente ser establecida contundentemente, sin cuestión alguna.  Si personas mienten o malentienden tanto a otros como a si mismos, dinámicas parecidas ocurrirán en sus documentos.  Es quizás por esta razón que Descartes alega que la historia nunca podrá ser una ciencia, creando así la bifurcación académica en sus contornos tradicionales más amplios: las artes y las ciencias.  

    Me parece que es por esta misma razón que cuando individuos emprenden hacia la aplicación de un riguroso lente analítico sobre creencias 'firmemente' establecidas, sufren el ataque del avispero social.  Al rayar sobre los fundamentos de esa colonia de abejas, abren la puerta a la alteración de su propósito y estructura social.  Los que más se han nutrido de ese invisible néctar para su identidad personal, son los que más agresivamente reaccionan.  Por ende, cuando Carlos Pabon emprendió en cuestionamientos sobre la puertorriqueñidad, sufrió el 'linchamiento' de su vida.  Se acerco con demásiada livianez sobre las frágiles e intangibles bases de una comunidad; posiblemente tratandolo como un mero problema  'lógico-intelectual', y con menos seriedad del que se le debería ameritar al incluir sobre su discusión a "Madona" (la cantante) y sus teatralidades psico-sexuales.  En más que una ocasión, aquello que parece tener poco valor funciona como el fundamente de complejas estructuras, tal como la invisible agua o el pequeño trigo en las sociedades humanas.  Lo mismo con las frágiles bases de las auto-definiciones culturales. 

    Pero cambios macrosociales, del cual todos somos parte pero que ningun individuo por su cuenta directamente controla, pueden tener mayor impacto sobre estas definiciones culturales de lo que uno se imaginaría.  Posiblemente debido a nuestra evolución, tendemos a ver al 'enemigo cultural' como otro 'humano', sin considerar como cambios macroestructurales inciden sobre los valores culturales que más queremos y deseamos ("cherish").  Como señalan algunos historiadores, tendemos a no apreciar instituciones infraestructurales que inciden sobre nuestro diario vivir invisiblemente, como lo son las represas de agua, inmensas obras que tienden a físicamente estar lejos de la comunidad que apoyan.  Existen un sinnúmero de otros ejemplos, tal como el choque entre lo islámico y lo occidental.  La preservación de los islámico se tiende a definir como oposicional a otro grupo humano, como los judíos de Israel.  Poco se considera en esa comunidad arábiga cómo mayores cambios infraestructurales que son rapidamente adoptados inciden sobre la identidad cultural que es tan amada.  Atacan al "otro", sin considerar como ellos mismos podrían ser sus propios "enemigos culturales".  Ciertamente, no son la excepción a la regla; es un fenómeno que podemos observar en gran mayoría de otras comunidades, religiosas y no-religiosas, con un fuerte sentido de identidad colectiva.  

    De manera sumamente irónica, los procesos de cambio cultural tienden a ser iniciados y motivados por las mismás personas que detestan la mera sugerencia de dicho cambio.  El caso del uso de la imprenta por la Iglesia Católica es quizás el ejemplo mejor conocido al nivel histórico.    En nuestra época, el deseo de tener una conversación con un ser querido instantáneo (teléfono celular), de llegar a cualquier destinación que queramos lo más pronto posible (automóvil), o en simplemente refugiarse de las inclemencias del clima (el uso de ropa) tienen un impacto sobre las sociedades que las utilizan.  La ropa de protección se convierte en moda y en un fin en si mismo.   Lo que se iba a usar solamente en casos de emergencia se convierte en el dispositivo de comunicación principal, y el deseo de controlar el destino a toda hora lleva a uno a abrumadores tapones que atrapan a sus usuarios por largas horas sin poder hacer nada por largos periodod de tiempo.  Aunque para algunos estos comentarios rallen un poco sobre el determinismo tecnológico, sin duda el ser humano es un ser 'materialista' en el cual "las cosas" constituyen los elementos principales de su vida cotidiana.

    El pedir que miremos a estas dinámicas, como lo hace Carlos Pabon, no me parece tan mala idea después de todo.