La insoportable incertidumbre de ser antropólogo…y su resolución*

Reflexionando sobre la Segunda Guerra Mundia el su libro A History of Western Philosophy, Bertrand Russell comento que las sociedades tienden a moverse entre el autoritarismo y el liberalismo, de manera tan rutinaria y repetitiva como el mover de un pendulo.  Podemos decir lo mismo del campo de la antropologia.

Tuve al grato placer de ir a una conferencia en honor de Carlos Buitrago Ortiz organizada por Jorge Giovanetti esta semana (19 al 21 de octubre del 2016).   Una de las cosas que encontre más chocante fue la predominancia de la incertidumbre entre sus ponenciantes.

En su excelente charla Ismael Garcia Colon notó que tan cuestionable era el termino ‘cultura’, que ni usaba la palabra en sus clases de antropología. Su comentario no es único al profesor sino que aptamente refleja el estado del campo al momento.  Desde un punto de vista histórico, no podemos sino contrastarlo con la escuela de modernización estadounidense a mitad del siglo veinte, en el cual todo tipo de generalizaciones eran hechas con respecto a otras culturas. Ron Inglehart aun hoy día culmina esta visión con su gráfica de las tendencias culturales hacia el autoritarismo y la tolerancia a través de todos los grupos culturales mundiales-incluyendo el de Puerto Rico.

Sin duda alguna, el estado epistemológico en el se encuentra dicho campo raya algo en lo extraño.  Si los antropólogos no creen que existe tal cosa como la cultura, entonces ¿qué valida justificación social pueden proveer con respecto a su agencia profesional? Es decir, si no existe la ‘cultura’, ¿porque entonces proveerle fondos al campo de la antropología?  No existe el fenómeno que estudia, y por ende es invalido su disciplina.

Estoy siendo, por supuesto, sarcástico.  Sin duda alguna existe la cultura y rasgos culturales que generalmente definen todos los grupos sociales; sin humano, no puede existir la cultura. Cierto es que la transportación moderna ayuda a caóticamente redefinir todas regiones culturales por la rápida manera en el cual las personas se pueden desplazar entre una zona geográfica y otra, cada una con sus particulares rasgos culturales distintivos.  

Podemos obtener una mejor idea con respecto al porque de la ‘crisis existencial’ en el campo de la antropología por la charla de Luis Antonio Curet, de la Smithsonian Institution. Curet proveyó muy someramente una historia de las definiciones de cultura y es impresionante la enorme cantidad de ‘objetos’ al cual ha aludido, no necesariamente teniendo que ver con esa afirmación de identidad con el cual la asociamos hoy dia. Casi todas las acciones que podemos definir como 'humanas' han caido dentro de su ámbito.

Regresando al previo planteamiento, no hay duda, que la rápidez con el cual las personas se desplazan hoy día mediante el automóvil o el avión esta teniendo una repercusión directa sobre la actividad tradicional de la antropología de campo.  Discutiendo su trabajo en Cuba, Ricardo Perez reflexionó que cuan pronto un antropólogo había publicado un estudio, este ya estaba obsoleto debido que la realidad que analizaba ya había cambiado al momento de su publicación.  Marisol Ramos, quien humorosamente le señaló que estaba creando su propio archivo mediante sus notas de campo, intento de establecer la importancia a largo plazo del antropólogo. Su comentario fue un echo de la charla de Manuel Valdez Pizzini sobre su mentor Carlos Buitrago Ortiz al principio de la conferencia. Buitrago Ortiz había dejado una enorme cantidad de notas de campo y anotaciones académicas, las cuales Valdes Pizzini revisaba de vez en cuando y compartió con la audiencia. (Esperamos que dichos materiales puedan ser subidos a un portal de interent dedicada a quien se honró en dicha conferencia.)

No obstante, como historiador, les tengo un ‘la’ a los estimables amigos antropólogos.

La valorización de sus trabajos sin duda cambiará con el pasar del tiempo. Si en su inicio dichos trabajos intentarán dilucidar una que otra teoría que se encuentre de moda al momento, a la larga sus estudios aportarán al campo de la historia. Lo que los antropológicos no se dan cuenta es que a pesar de que las teorías sobre las cuales su obras se fundamentan ya no serán aceptadas en el futuro, sus obras se convierten en invaluables joyas ‘fotográficas’ que capturan una particular realidad social al momento de su realización.  (Lo mismo aplica  a muchos otros científicos sociales como los sociólogos o incluso los economistas.)  Es decir, la obra del antropólogo con el pasar del tiempo se transforma de una fuente secundaria  a una fuente primaria.

Y esto, mis estimados colegas, hace toda la diferencia.


NOTA

* Titulo tomado de la película “The Unbearable Lightness of Being” (1988).