Los partidos políticos y la ausencia de libertad de consciencia en la política puertorriqueña

    Hace unos meses me preguntaron si quería ser un candidato a la legislatura para un partido político local aquí en Puerto Rico.   Algo sorprendido por la invitación, solicite una lista de todos los documentos oficiales que tendría que firmar para convalidar mi candidatura.  Al leer estos, me di cuenta que no iba a poder ser un participante.  Los documentos, en cinco palabras o menos, básicamente me estaban preguntando que vendiera mi consciencia al partido.  Términos al efecto que tendría que seguir todas las decisiones de caucus estaban regadas a través de las varias cláusulas en el documento.  "Gracias, pero no gracias."  Me imagine que clausulas parecidas probablemente aparecían en todos los partidos político, idea confirmada con la decisión reciente de no incorporar los "Auténticos" a la papeleta del PNP (Partido Nuevo Progresista).  Los partidos políticos han tendido en asumir la autoridad absoluta en la isla--particularmente sus líderes que los controlan desde arriba como cesares magnámimos.  Esta tendencia puede ser detectada para el 1974, cuando Rafael Hernández Colon tenia un agarre de hierro sobre su PPD (Partido Popular Democrático).  Luis Muñoz Marín hasta había sido criticado por la gran cantidad de poder que tenia en la isla, aun con todo el buen uso al cual lo puso.  Uno hasta podría notar que esta tendencia podría ser una herencia cultural colonial, tanto de España como Estados Unidos con sus varios gobernadores militares quienes poderes sobrepasaban la de cualquier legislatura local.  Cualquiera que sea la razón, quizás es tiempo para una reestructuración mas radical de la política local.  ¿Deberíamos de eliminar a todos los partidos políticos?