Matanza de Tiburón es la Mejor Razón para establecer el Corredor Ecológico del Noreste en Puerto Rico

 

"Tras denunciar su presencia, hubo personas que trataron de pescarlo con arpones, y lanzando carnadas y anzuelos...."  

-El Nuevo Día (27 de julio de 2007)

    

Se reportó en las noticias que ayer un tiburón, que accidentalmente había llegado a la poza de un complejo hotelero (Dorado del Mar) fue asesinado por personas en el lugar.  Lo curioso del incidente es que el pequeño tiburón de seis pies no había atacado a alguien, y muy probablemente se le dificultaba la salida como suele ocurrir en estos casos con las criaturas del mar.  Quizás fue que, al no haber pagado el precio de entrada al hotel, el dueño celosamente hizo saber sus derecho a la propiedad privada.   Es decir, aunque el ser humano no habita el mar al no ser su medio natural, le quitamos la vida a una "criatura de Dios" que meramente rondaba en el patio de su casa.  Pensando que matábamos a "Jaws", histéricamente asesinamos a un pequeño renacuajo.  

    El incidente contundentemente demuestra la mejor razón para establecer el Corredor Ecológico del Noreste al notar el conflicto que tiende a existir entre el ser humano y el  ambiente natural, con TODAS las criaturas que habitan el mismo, tanto las "malas" (depredadores) como "buenas" (presa).  

    Desafortunadamente, tendemos a mirar nuestros derechos humanos como 'derechos universales' que se pueden sobreimponer sobre las demás criaturas vivientes, como claramente demostró el incidente.  En ninguna legislación vigente, se le extienden derechos a los 'animales' para que estos estén en la par con los derechos humanos establecidos en las constitución y los códigos civiles.  Esto implica que, en cualquier choque que surja entre hombre y animal, el inevitable resultado va a ser la eliminación del animal a favor del ser humano.   El "derecho a la propiedad" juridico-circunstancial choca directamente con el "derecho a la vida" moral-universal y se tiene que reescribir por completo la base juridico-legal como parte de la solución a la crisis ambiental que vivimos hoy día.

    Existen numerosos ejemplos que salen regularmente en las noticias.  Hace unos años, un niño en un zoológico se cayo en la jaula de un oso polar, quizás acercadose al pensar que estaba en presencia de uno de los "buenos osos" computerizados que típicamente salen en comerciales de Coca-Cola.  El oso mata al niño, y por lo tanto fue "puesto a dormir", como tiende a ocurrir en estos casos.   Pero, podemos preguntar, "¿quien tenía la culpa?"  ¿Los padres que deberían de haber cuidado mas celosamente a su niño?  ¿El comercial de Coca-Cola que muy falsamente caracterizo la conducta natural de los osos?  ¿La del zoológico que, al traer el oso del ártico, lo desplaza de su hábitat natural?  ¿O es la culpa del oso, que actúa enteramente bajo sus instintos genéticos-naturales y no se encontraba en el lugar por "voluntad propia"?  De quien sea que fuese la culpa, es patentemente obvio que la responsabilidad en el caso fue adjudicada a la entidad que menos la tenia.  Lo mismo con nuestro querido tiburón.

    Es precisamente por esta razón que Puerto Rico, y todas las naciones del mundo, necesitan tener grandes cantidades de espacios "libres" y "sagrados" para la naturaleza, en el cual miremos a la presencia humana como un huésped en una casa ajena, en vez de lo que suele a suceder actualmente cuando se tiende a percibir los animales como estorbos parasíticos.  Los animales tienen tanto derecho a la vida como lo tienen los humanos, y todos los derechos secundarios que este principio implica.  Tal era la base de la visión "preservacionista" que adjudicaba John Muir, fundador del Sierra Club en Estados Unidos.  Muir exitosamente logro la creación de los majestuosos parques nacionales de esa nación, y deberiamos de seguir su ejemplo.  Sin espacios libres, como crearía el Corredor Ecológico del Noreste, los animales no pueden ejercer este derecho natural. 

    De otra manera, la probable tendencia será su eventual extinción, como hemos visto tan comúnmente en el siglo XX.  Es un problema que ocurre en todos lugares del mundo, y no es uno particular a nuestra pequeña "isla del encanto" de Puerto Rico.