Sobre la ausencia de la ciencia y tecnologia en la politica publica puertorriqueña

    Un hecho poco considerado por nuestros políticos es que cambios científicos y tecnológicos tienden a tener mayores repercusiones sociales que cualquier institución gubernamental explicitamente diseñada por ellos.

    A pesar de la temprana existencia del Protometicato Medico, diseñado para salvaguardar la salubridad de los ciudadanos hispanoamericanos, la medicina española se quedo  estancada durante el largo periodo colonial.  La Revolución Bacteriológica del siglo XIX vino y se fue independientemente de las instituciones reglamentadoras españolas diseñadas a proteger sus ciudadanos.   (Aun hoy, se puede observar la contundente presencia de médicos fatulos en España.)

    En Puerto Rico, a pesar de los nobles intentos por hacer universal el teléfono para el pobre en toda la isla luego de la nacionalización en 1974, no fue hasta la llegada del celular que se hizo común lo que antes había sido escaso durante todo el siglo XX.  Ciertamente, el estatismo durante las décadas de 1970 y 1980 aumentó su crecimiento a un ritmo mayor, pero las estadísticas revelan que no hay comparación alguna con la llegada de la nueva tecnología del celular.  Nuevos estandartes de comunicaciones fueron establecidos con su difusion y uso.

    Existen cientos de ejemplos históricos demostrando los enormes cambios sociales causados por nuevas ciencias y tecnologías, independientemente de las instituciones gubernamentales.  (Los primeros muchas veces ocurren a pesar de las instituciones gubernamentales.)   Poco se toma en consideración en decisiones regulares de política publica en el país, quizás mas extraño aun cuando se considera que estamos viviendo durante otra pequeña revolución tecnológica al momento.

    La historia de la transportación en Puerto Rico demuestra cuan cegados tendemos a estar por nuevas tecnológicas, sin tener consideraciones 'racionales' y 'objetivas' sobre sus realidades.  Aunque el tren no tuvo tan amplia difusión en Puerto Rico como en otros lugares, servía importantes funciones de transporte publico.  El 'trolley', o el tranvía, imito sus contornos y estableció firmes redes de transportación colectiva en la nueva urbana moderna durante la primera mitad de siglo.  Con la llegada y expansión de los automóviles en el mercado puertorriqueño en los años 1930, la red de tranvías se fue ciegamente desmantelando a mitad de siglo para abrirle espacio para la nuevo medio de transportación.  Ciertamente el carro era mas 'libre' y proveía un intimo nivel de autonomía a sus usuarios, imposible de obtener con el trolley.  No obstante, con el continuo aumento de densidad poblaciones metropolitana, junto al aumento de relativa prosperidad, la cantidad de carros en las carreteras es de tal magnitud que toma menos tiempo tomar un 'tren' que conducir el carro.  (De existir trenes entre puntos ejes con San Juan: Carolina, Caguas y Bayamón, mayor se sentiría el cambio de uso de tecnologías 'antiguas'.)  Todos esos beneficios 'autonomicos' se desvanecian ante una multitud de semejantes en las nuevas calles de brea.

    Podemos mirar hacia el futuro en el área de las comunicaciones, para señalar importantes tendencias que deberían de estar bajo escrutinio publico.  A manera que se vaya expandiendo la fibra óptica en zonas metropolitanas de la isla--con conexiones semejantes a la de componentes internos de una computadora--la diferencia entre el mundo 'interno' del hogar o negocio con el mundo 'externo' de espacios públicos se reducirá aun mas.  Dichos cambios, sin duda alguna, tendrán implicaciones sobre derechos civiles y ordenes sociales que no se debería dejar meramente al 'mercado', sino sobre los cuales deberíamos de tener conversaciones honestas y abiertas sobre los emergentes regímenes sociales que se vayan creando.  La sociedad no debería de estar sujeta meramente a 'intereses corporativos' sino que tiene el deber y la obligación de evaluar las tendencias implícitas en dichas tecnologías, rechazando aquellas que opine no estar en consone con sus valores y principios constitucionales.

    A pesar de esto, no existe un centro publico donde se discutan y analicen rigurosamente estas tendencias y patrones.  Hasta la fecha, no hay un departamento de historia de la ciencia y tecnología que facilite y provea iluminación sobre estas dinámicas.