Tres literatos reflexionan sobre la nueva era digital*

    En una noche media-lluviosa, donde la luna no se decidía si reír o llorar, se tuvo una levemente asistida conferencia sobre “La Literatura y el Periodismo” en el Ateneo Puertorriqueño. (9 de abril de 2015)  Los principiantes ponenciantes fueron Luis Fernando Coss (periodista y fundador de 80 Grados), Mayra Santos Febres (novelista y autora de “En Desfaz”) y Carmen Dolores Hernández (critica de literatura para El Nuevo Día).  Tengo que admitir que Dolores Hernández siempre me captura con sus incisivos comentarios y empezaremos esta breve exposición con algunas de sus ideas. (Todos los autores serán entremezclados).

    La era del periodismo y la novela empezo con la imprenta y, naturalmente, terminara con ella. (Hernández)  No sabemos cual exactamente sera el nuevo mundo, pero es uno que ya hemos estado presenciando.  Aun asi, no es un fenómeno nuevo.  Como destacó Coss, con la llegada del televisor a mitad del siglo 20, la prensa puertorriqueña tuvo que adaptarse, incorporando un mayor nivel de gráfica en su estilo.  El mejor ejemplo quizás fue El Nuevo Día, cuando apareció a finales de la década de 1960. (Coss) Aunque la prensa no desapareció, fue modificada, semejante al fenómeno que ocurrió con la llegada de la radio.

    Sin duda alguna, los escritores no son figuras pasivas sino activas que se desenvuelven en el ambiente que se encuentran.  Los autores hoy día utilizan Facebook tanto para hablar de si mismos, que influencia la lectura de sus futuras obras, al igual que promocionar sus nuevas obras. (Febres)  Desafortunadamente, aunque el costo de la publicación ha disminuido sustantivamente (Coss), lo cierto es que la totalidad de lectores también ha ido en relativa picada.  Aun así, hay esperanza en la nueva generación de lectores, quienes mas cómodos se sienten con la nueva tecnología. (Febres)  Por otro lado, hay quienes están mas cómodos leyendo el periódico mañanero en la mesa mientras desayunan (Hernandez) o cuando anotan libros directamente (Fiol Matta).

    Ante todo, no obstante, se pueden identificar ciertos criterios en la imprenta, que también son reflejados en los nuevos medios digitales—y en los cuales los superan.   La imprenta era 1) rápida en su producción (mecanización), 2) difundía ideas ampliamente (masificación),  3) al igual que era relevante a los asuntos de la inmediatez (actualización). (Hernández)  Un fenómeno particular del siglo XIX fueron las hojas que precedieron el ‘periódico’ como tal, en el cual se podia difundir información rápida y efectivamente, reaccionando a algún tipo de incidente o opinion (Coss).  Sugerir que la literatura era una válvula de escape para el la censura por el estado del periodismo no es correcto debido que lo opuesto actualmente ocurría: imprentas de periódicos fueron cerradas luego de su producción de obras literarias, en específico poemarios críticos del estado español colonial. (Hernández)  En esto se diferencia marcadamente el mundo digital, caracterizado innatamente por su libertad de expresión. (Coss)

    Dicha libertad, no obstante, tenía sus problemas.  Uno de estos es la amplia gama de información, en la cual multiples opiniones se equiparan independientemente de su nivel de rigor o validez. (Hernandez)  Semejantemente, el nuevo mundo digital es tan infinito, que carecía de donde guardarse. (Hernandez)  ¿Cuales son las bibliotecas que almacenarán los nuevos periódicos y novelas digitales? No existen al momento.  También se señaló que lo digital influenciaba el carácter de lo escrito.  Debido a la popularidad de autores como Gabriel Garcia Marquez y otros, casi todo novelista latinoamericano hoy dia es un cronista (Febres).  Es decir, estilos de escritura se propagaban tan rápidamente como una moda o la fiebre, imponiendo sobre todo autor una presión de conformidad sobre su particular y único estilo literario.

    A pesar de algunos errores de hecho en alegaciones sobre la historia de la tecnología, creo que Santos Febres le dio al clavo en la cabeza:  lo que vemos es un mundo ‘heterogéneo’ en el cual tecnologías viejas y nuevas se encuentra en mutua co-existencia, interactuando entre si, definiendo bordes y delimitaciones.  

    Es una tormenta cuyas mareas todavía no han llegado a su punto de equilibrio, como la  lluvia que tuvimos esa noche.