¿Podemos ver la realidad 'tal y como es'? Dos contundentes ejemplos de nuestro mal juicio.
Varios 'experimentos sociales' informales sugieren que los individuos carecen de la habilidad de evaluar información a base de su proprios criterios, tendiendo en vez a basarse en la opinion de otros. En dos ocasiones, artistas del mas alto renombre como el pintor Banksy y el violinista Joshua Bell, se pusieron en la calle y demostraron su arte. Banksy se puso a vender obras de arte valorizadas en $40,000 por $60, mientras que Bell, poniendose una gorra y ropa modesta, se puso a tocar en una estación de metro un concierto que apenas unos dias antes habia tocado ante un famoso (y muy lleno) salon de opera. En ambos casos, las personas pasaban por su lado, sin distinguir el 'arte' ente ellos. Solo dos o tres personas de las miles que pasaron por su lado reconocieron el talento, aunque no sabían del artista como tal.
De hecho, ambos casos son ejemplos de una dinámica estudiada desde mitad de siglo, conocida como 'bounded rationality' en el cual actores imitan otros a su alrededor para reducir los gastos cognitivos y sociales de un genuino encuentro con la realidad. Herbert Simon recibió un Premio Nobel en 1978 por su creación del concepto, y otros le han seguido el paso. Típicamente, su estudio entra en temas de gran envergadura y complejidad--como decisiones estatales en cambios drásticos reglamentarios como la privatización y la nacionalización. Es algo obvio que, ante temas complejos, la propensidad de una 'imitación cognitiva' será mas alta. Pero, es interesante ver fenómeno parecido al nivel del individuo con temas menos complejos y de menor impacto.
Ciertamente, personas ocupadas en sus cargos y oficios no necesariamente tendrán el tiempo para apreciar un gran artista--aun cuando reconocen el talento personalmente. Aun así, es increíble como la mayoría sigue con sus rutinas, sin desviarse de lo que podrían ser considerados como actos humanos del mas alto calibre. Podríamos decir lo mismo de la naturaleza que nos rodea y que nos alimenta, literalmente, pero a la cual rutinariamente le damos igual desprecio.
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