Distracciones escolares

    Cuando estuve en la escuela secundaria, tuve la buena fortuna de haber atendido una buena escuela con excelentes maestros, pero la mala suerte de haber tenido de vez en cuando un mal estudiante en la misma clase.  Este estudiante en particular era hijo de un reconocido actor puertorriqueño, y era bastante obvio que como niño se le hizo saber que nunca iba a carecer de algo.  Nació multimillonario, y posiblemente morirá millonario.  

    No obstante, esta imaginada certidumbre y absoluta confianza de su futura seguridad financiera--algo que nosotros de la clase media no teníamos--lo puso en el mal habito de no estudiar.  "¿Para que fajarme estudiando, cuando tengo mi futuro asegurado?"  No tendía a trabajar o esforzares, algo que lo caracterizo en múltiples instancias fuera de la clase, como el deporte.  

    Para colmo de los colmos, en algo que quizas es una caricatura estereotipada, actuaba como angelito ante los maestros, pero se pasaba distrayendo a todos los demás cuando el maestro se viraba la espalda para escribir en la pizarra.  Cuando primero me tope con el en una clase de frances, me percate del jueguito suyo y--al ser electiva--me sali rapidamente de la clase en septimo grado para disfrutar otra de mayor deleite: computadoras.  

    La única otra clase con el cual compartícon el fue una de biología unos años mas tarde.  Afortunadamente, esta clase fue tan interesante (fotosíntesis, dna, meosis, etc.)  que sus distracciones eran meros 'mosquitos' ante el fascinante tema.  No me convertíen biólogo obviamente, pero gracias a ese buen maestro (que curiosamente le faltaban dedos en una mano) desarrolle un firme respeto por el tema--a pesar de las mañas del malcriado.  

    Al meditar sobre esta experiencia de presecundaria, me doy cuenta que la conducta del malcriado fue una aberración a la mayoría del estudiantado de la escuela; su irresponsable decoro era meramente un reflejo de su inusual y absurda cantidad de ingreso--algo analogo a la irresponsable conducta de tantos banqueros ante el cheque en blanco ('moral hazzard') que les ha otorgo. Pero, igual de facil puedo ver en la conducta de muchos adolescentes que su ejemplo es mas común de lo que fue en mi particular circunstancia social.  

    Nosotros los profesores tendemos a hecharle la culpa a la educación elemental y secundaria por el mal estado en el cual se encuentran los estudiantes.  Pero, es igualmente obvio, que aun si las escuelas primarias y secundarias estuviese repletas de maestros del mas alto calibre, un nocivo ambiente escolar puede arruinar cualquier disciplina a un potencial participante.  Estas malas conductas son quizás análogas al ir a un buen espectáculo--película, teatro, concierto, opera--solo para que la catarsis que ocurre mediante esa la linea directa de comunicación entre el maestro y el estudiante sea rota por los rudos sonidos de todos los malcriados.

    Por lo tanto, es obvio para mi que el ambiente cívico de una comunidad tiene enormes repercusiones a través de las multiples escalas académicas de una sociedad, eventualmente derrumbando las bases de una frágil economía como la nuestra.  Ausente de abundantes recursos naturales, con la excepción del sol y el mar, el capital humano y su desarrollo son esenciales para el bienestar común.  Es casi trágico considerar que las malacrianzas de 'La Escuelita' sean quizás la principal causa del derrumbe económico de nuestra isla.

    Un posible remedio para curar todo esto existe al nivel universitario, pero obviamente no se aplica.  Si todas las universidades 'rechazaran' los malos candidatos a sus aperturas, ayudarían a romper el vinculo que existir hoy día en el cual mala conducta y malas notas no parecen tener repercusión alguna o directa sobre el estudiante, sus padres, o la escuela de donde vino.  Las universidades tienen que enviar una contundente señal que estudiantes carentes de destrezas básicas (leer, escribir, matemáticas simples) no serán admitidos en sus aulas--a menos que pasen por un curso intensivo de escuela 'remdedial' (4 años de secundaria en 1 año).   

    Al ser rechazado por la universidad y al entrar a la escuela remedial, el estudiante 'malcriado' se percatara rapidamente que no debió haber malgastado los cuatro años de secundaria en boberías--experiencia que ayudara a cerar el circulo vicioso que actualmente existe hoy dia.

    Todo depende de la valentia y la genuina 'nobleza' de los administradores universitarios.