Jose Miguel Agrelot y la nociva influencia del programa "La Escuelita"

    José Miguel Agrelot fue un tremendo comediante, creando figuras memorables como "Don Cholito", que capturaban algo de la esencia cultural puertorriqueña.  Desafortunadamente, Agrelot también tuvo un impacto nocivo en el bienestar puertorriqueño-un impacto nocivo que posiblemente fue escondido por su brillante y variada actuación comédica. Este, junto a Awilda Carbia y otros, tuvieron papeles protagónicos en lo que se llamo "La Escuelita".  Su impacto cultural se ve diariamente en el actuar cotidiano puertorriqueño, el show de chisme "SuperExclusivo" (WAPA) siendo uno de ellos; la comentarista Milly Cangiano seria otro ejemplo.

    Para los que no sepan de esta, "La Escuelita" básicamente ponía lo que claramente eran adultos en un salón de clase, sentados en pupitres diseñados para estos y con ropaje de caracterización infantil exagerada-como toda buen comedia debería de realizar.  Agrelot, quien se le conoce por su comedia 'física', análogo al comediante Bob Hope o John Belushi en Estados Unidos, tendía a tomar y hacer bromas hacia otros estudiantes, escuchando su aguda carcajada cuando este realizaba su treta.  Los demás estudiantes reaccionaban a las hazañas de Agrelot, con sus propios comentarios humorísticos o carcajadas.  

    ¿Por qué, el lector se podrá preguntar, criticar la comedia que obviamente estaba diseñada para generar risa en vez de penuria?  ¿Cuan malo era una risa o dos en medio de una decada de crisis económica?

    El problema principal de la comedia fue simplemente la crasa desvalorización de la educación que retrataba e implicitamente promovía el programa, al igual que la ausencia de seriedad y respeto al mundo que nos rodea.  Mientras que Agrelot hacia sus mañas, los estudiantes ponían atención en todo lo de su alrededor excepto a aquello que mas le concernía: la maestra y el contenido de los libros.  Es curioso notar que la década de 1970 también resulta ser la cumbre del ritmo de crecimiento económico puertorriqueño, que desde entonces ha estado reduciendose década tras década.

    El mundo moderno, caracterizado por lo 'industrial' y ahora lo 'pos-industrial', requiere la lectura para que esta pueda simplemente operar; es un mundo complejo y cuya complejidad no puede ser fácilmente explicada por cuentos relatados de abuelo a hijo a nieto como quizás solía hacerse en el antepasado.  Los libros-en términos generales que podría ser utilizado para también caracterizar revistas académicas--contienen la llave de la prosperidad social y individual.  La desvalorización de estos de por si implica una sociedad 'rota' que no sabe dominar las fuerzas que la rodean.  

    Aunque ahora estemos hablando de cuantas escuelas están abiertas al comienzo de clases, la falta de personal docente y no docente, la condición física en que se encuentran las escuelas del país, se tiende a perder la 'esencia' de lo escolar en el medio del dimi y direte mediático.   No que estos asuntos no tengan importancia, pero si no se entiende una de las funciones mas básicas del 'porque ir a la escuela', lo que se le enseña a los estudiantes se pierde como las gotas de lluvia que caen del río al mar sin haber tenido impacto alguno.  

    Precisamente lo que nos distingue de otras especies es que no tenemos reglas escritas en nuestros cerebros; en contraste con otras especies estamos 'perdidos' ante la naturaleza porque no tenemos 'ordenes' prescritas (instintos).  El propósito fundamental de toda escuela, por lo tanto, es esencial para el bienestar de todas las sociedades: proveer aquella guía al futuro y las herramientas necesarias para domar la modernidad.  

    Si continuamente desvalorizamos estas, orientamos innecesariamente el rumbo individual y colectivo hacia un precipicio.