Tres imágenes, una isla: una breve reflexion sobre la cultura puertorriqueña

    Este mes ha sido uno poco anticipado, aunque los que tenían conciencia histórica, su desenlace era bastante predecible. Vimos la quiebra del gobierno puertorriqueño, la llegada del zika, y la migración de cientos de puertorriqueños a Estados Unidos.  ¿Que nos dicen estos eventos de la cultura puertorriqueña, en general? 

    Con la crisis económica, los medios noticiosos han estado poniendo énfasis en la migración de puertorriqueños a la isla.  Univision resaltó la noticia de una mujer con unos 5 hijos que se había mudado a Florida, viviendo en un motel porque no tenia los recursos para alquilar un apartamento.  La pieza, no obstante, no pudo sino dar la atención a la epidemia de obesidad que aflige la isla; casi todos los entrevistados estaban claramente en sobrepeso.  Me hizo pensar en un nuevo filme que va a salir sobre unos detectives puertorriqueños en las calles de Paris. Lo que mas llamo la atención fue su increíble gordura, particularmente la del reconocido actor Luis Guzman.  El contraste entre su peso en Ghost (1990) y Puerto Ricans in Paris (2016) es algo chocante.

    EL sobrepeso, como todos sabemos, es sintomático de la era en el cual vivimos, y no algo estrictamente particular a la población de la isla.  (Consumimos enormes cantidades de azúcar en sodas, jugos, y otras bebidas azucaradas.)   No obstante, nuestra dieta tradicionalel famoso pollo con arroz y habichuelasfue una dieta que era adecuada para el siglo XIX cuando no habían carros, y el nivel promedio de actividad física era muchos mas elevado. (La población jíbara tenia altas incidencias de uncinariasis.) En aquella época, la falta de energía era lo mas común, y por ende la preferencia para dicha dieta, complementada de vez en cuando con bacalao.  A pesar de que no es apropiada, cualquier restaurante al cual uno visita le va a proveer abundantes porciones de arroz y habichuelascarbohidratos que también son un factor predominante en el sobre peso.

    La crisis económica, que ya había sido prevista por Ruben Berrios para la década de 1980, era algo muy predecible.  La fragilidad de la economía puertorriqueña es tan común a través de su historia, que casi se convierte en un rasgo cultural permanente.  Ciertamente, cada periodo ha tenido su particular dinámica.  Lo que es mas chocante es que, luego del cierre de las 936, las administraciones PPD y PNP no tomaron acción alguna para contrarrestar el inevitable declive.  Economías que son sostenidas solamente mediante legislación, son tan rápidamente propulsadas al igual que fácilmente derrocadasalgo que ya se tenia conocimiento en el caso de la CORCO (también afectado por la crisis petrolera).   Tanto el PPD como el PNP, enfocado en su contienda política, no tomaron medidas ante la nuevas realidades para controlar la espirante deuda.  Wishful thinking, hubiese dicho mi fenecido padre, esperando que, por algún milagro de la nada, la economía se recuperaría.

    Espero que empiecen a ver el patron que esta empezando a formarse.

    Cuando miramos al caso del Zika, vemos la misma letargía administrativa: la ausencia de acciones apropiadas a las realidades circundantes para contrarrestar la nociva enfermedad. Pero, tanto tomo en el caso de la deuda que era predecible, también podemos ver que la ausencia de acción por parte de la administración había sido observada en el caso del chikungunya.  El Departamento de Salud bajo Ana Rius tomo la actitud de mas de lo mismo.  El caso del chikungunya era particularmente molestoso por el severo dolor que le imponía a sus víctimas, pero a la larga su impacto era solamente temporero. (Fui víctima del mismo y puedo testificar personalmente sobre su nocivo impacto.) Pero, a pesar de que zika tenga menos efecto al quien lo sufre, su impacto a largo plazo es muchísimo mayor, al alterar para siempre el feto bajo su efecto.  Bebes que se podrían convertir en ciudadanos productivos y saludables, se convierten en otra carga mas para sus familias y el estado: el virus les destruye el cerebro desde la protección de la ubre. No puede haber tan tenebrosa enfermedad como esa.

    El patron de estos tres casos es bastante obvio: los puertorriqueños tenemos una cultura de tradicionalismo, en el cual el habito, en vez de la razón, establece el criterio principal de decisiones y acciones, tanto al nivel personal como colectivo.  Seguimos comiendo arroz y habichuelas como si viviéramos en el siglo XIX.  Seguimos gastando fondos como si fuera la década de 1960, o la del periodo colonial cuando recibíamos el Situado Mejicano.  Seguimos presumiendo que el ambiente parasitológico en cual vivimos es meramente uno molestoso, sin tomar las acciones necesarias para tan tenebroso enemigo.

    Es decir, vivimos bajo el habito y el tradicionalismo, sin aceptar la evidencia que tenemos ante nosotros, al igual que seguir el consejo racionalmente producido por el mismo. Peor aun, acusamos a aquellos que se conducen racionalmente como idiotas, tal como el gobernador Alejandro Garcia Padilla hizo la semana pasada con los peloteros que razonablemente optaron por no venir a la isla.   (Notese que es imprudente llamar a alguien quien quieres que te visite un idiota.)

    Tenemos que tomar ejemplo de los forjadores de la Revolución Científica, y actuar en consoné con las realidades ante nosotros, aceptando su evidencia y razón.  De otra manera, seguiremos en conductas que nos llevaran al barrancotal como los lemmings de Inglaterra, que se tiran en manadas hacia su muerte, cada uno ciegamente siguiendo el otro sin pensar en las consecuencias.  

    No creo que seamos tan insensatos.