Carta Abierta al País de profesores de la UPR


Fuente: Noticel




Los profesores no estamos cobrando por un trabajo que no se ha realizado durante la huelga universitaria. Estamos perdiendo los dos meses del receso académico de verano (“vacaciones”), que forman parte de nuestro contrato como docentes de la UPR. Como los maestros, nuestro salario anual se prorratea entre las 24 quincenas del año, para distribuir la paga de los 12 créditos semestrales que estamos obligados a enseñar. Cuando se reanuden las clases y se recalendarice el semestre, tendremos que completar los cursos, de los cuales falta todavía la tercera parte del total de horas lectivas. Lo del pago sin labor es una falsedad muy malintencionada. Queremos denunciar que las declaraciones que han hecho a este respecto, desde la Contralora hasta algunos medios de prensa que se han hecho eco, no sirven para otra cosa que para lanzar leña al fuego. Estas insinuaciones de que los profesores estamos defraudando al fisco –que denotan, además de ignorancia, una crasa irresponsabilidad– constituyen acusaciones muy serias.  El colmo de este ataque lo perpetra el representante Rodríguez Aguiló, con su P. de la C. 1089, radicado este pasado viernes 19 de mayo.

Se debe comprender la naturaleza de nuestro trabajo, tanto como las concepciones sobre el “ocio” que se nos achaca. En primer lugar, los profesores impartimos 24 créditos al año como mínimo si tenemos plaza o contrato a tiempo completo. Además de las tareas docentes (horas de clases –de contacto presencial– y horas de oficina, entre otros servicios a los estudiantes: mentoría y consejería, cartas de recomendación, tesis y disertaciones), los profesores desempeñamos tareas de creación, investigación y servicio tanto institucional –elaboración de propuestas, participación en comités– como comunitario. Esto no se contabiliza en dólares y centavos por hora: constituyen nuestra labor permanente. Durante el verano muchos de nosotros teníamos programadas otras tareas propias de nuestra profesión (investigar, preparar cursos, estudiar, escribir y publicar), fundamentales para fortalecer nuestro trabajo en el salón de clases. Por otra parte, desde marzo, hemos participado en reuniones y discusiones acerca de la universidad y la educación pública, la ley Promesa y la situación actual. Buscamos formas de defender nuestra universidad de los recortes arbitrarios y exorbitantes que amenazan su existencia misma. Además, estamos atentos a cualquier medida que profundice más aún la precarización de nuestras condiciones laborales, proceso que data de estos últimos veinte años.



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