La cultura del carabajo en Puerto Rico


por Rodrigo Fernos


Hace casi dos décadas cuando regrese a Puerto Rico de Estados Unidos, un amigo me relato el cuento del carabajo puertorriqueño. Casi no pude creer el mensaje, pero resulto ser muy fidedigno a los tristes fenómenos sociales que se dan en la isla. El cuento, por ende, amerita que se comparta:

Habían dos jaulas de jueyes, una de jueyes puertorriqueños y la otra de jueyes cubanos. En ambas, todos querían salir de sus respectivas jaulas, pero no sabían como.  Los jueyes cubanos rápidamente aprendieron que si se ayudaban mutuamente, uno subiendo y ayudando al que le seguía, todos pudieron escalar la pared metálica de la jaula para escapar intactos. Pero, en la jaula de jueyes puertorriqueño, ninguno pudo salir porque arrastraban hacia abajo cualquiera que avanzaba un paso por encima de los demás.

Puerto Rico es afligida por la cultura del 'carabajo': los que no prosperan pero tampoco dejan a otros prosperar.

Les pregunto a ustedes, ¿cuantas veces no han visto estas conductas en su entorno laboral?  ¿Cuantas veces no han presenciado el chisme difamatorio que busca reducir la competencia y cual se propaga anonimamente de quien es su víctima. En contraste con la judicatura evidencial del sistema legal norteamericano, en el cual el acusado puede confrontar abiertamente a su acusador y la evidencia en su contra, la cultura del chisme puertorriqueño invisibiliza sus víctimas, juzgandolos culpables sin jamas otorgarle oportunidad de respuesta--convirtiendo implicitamente la opinion publica en jurado, juez y verdugo. 

Hay algunos de estos que lamentablemente se encuentran en el Archivo General de Puerto Rico y quienes laceran lo que históricamente había sido una cultura de justicia y ecuanimidad. Con sus palabras, convierten el sacro templo en un prostíbulo.

Ahh, los estadistas...