Editorial: Puerto Rico y la enfermedad endémica de la corrupción


Fuente: Claridad

 

El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define la palabra “endemia” como “enfermedad que reina habitualmente, o en épocas fijas, en un país o comarca.” Sin duda, esa definición le ajusta perfectamente al caso crónico de corrupción endémica que reina en Puerto Rico, una infección generalizada que se ha enquistado en el servicio público en nuestro país, principalmente a partir de los cuatrienios comprendidos entre los años 1992 al 2000. Un ciclo de corrupción pública y privada (porque casi siempre hay ciudadanos privados involucrados en los casos de corrupción con dinero público) que se repite una y otra vez en la historia política puertorriqueña contemporánea, y frecuentemente tiene como eje y objetivo el dinero que el gobierno de Estados Unidos asigna a ciertos proyectos públicos o servicios a la población a distintos niveles del gobierno de Puerto Rico y sus agencias y organizaciones relacionadas.

La experiencia de Puerto Rico nos indica que la espiral de corrupción pública y privada en nuestro país está directamente relacionada al creciente acceso y dependencia de fondos federales para financiar la gestión pública, conexión que no pasa inadvertida a los mercaderes que buscan el “tumbe” perfecto que los haga ricos con dinero ajeno, en el menor tiempo posible. También la corrupción está conectada al esquema de financiamiento de los candidatos de los dos partidos principales, mediante el cual los donantes invierten en las campañas de los candidatos para cobrar en contratos después del triunfo.

El caso más reciente está calientito. El renunciado Alcalde de Cataño, Félix “El Cano” Delgado, del Partido Nuevo Progresista (PNP), hace unos días se declaró culpable ante la Fiscalía del Gobierno de Estados Unidos en Puerto Rico, por los delitos de conspiración, soborno con fondos federales y “kickbacks”, palabra en inglés conocida como la  “mordida” en algunos países de nuestra América, en referencia a las “propinas” en efectivo y especies que reciben los funcionarios públicos corruptos por “ejercer sus buenos oficios” en beneficio de unos y otros, a costa del pueblo que dicen representar.

 

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