La inocente complicidad el científico en la corrupción institucional puertorriqueña

    EN TEORIA, la 'ciencia' podría servir como fuente de regeneración social en nuestra isla.  Los científicos tienden a ser caracterizados por una gama de valores 'virtuosos' que rodea lo que se conoce públicamente como la ‘ciencia’: honestidad, objetividad, expresión libre, intenso trabajo, universalismo, etc.  La aplicación de estos valores mejoraría múltiples gamas de la actividad social en la isla--ciertamente en la política domestica que tiende a ser caracterizada por patrones de conducta contraria a los valores señalados.

    PERO, como todos sabemos, la actual practica tiende a ser algo diferente de lo que en teoría pareciera ser un mundo ideal.  Los mismos valores que enorgullecen la al científico  tienden a ser los mismos que lo ciegan ante la crasa corrupción que lo rodea en múltiples instituciones sociales.  

    Conozco de varias instancias en la cual científicos dedicados al bienestar común, y quienes han obtenido un distinguido reconocimiento local por sus buenos acciones, le han entregado la tesorería de sus instituciones y/o organizaciones sin findes de lucro a terceros—sin que ellos mismos tengan control alguno o poder de ‘veto’ sobre los fondos que estas reciben.  Estos científicos, ingenuamente sin querer queriendo, se han prestado como estampa de legimitidad para posibles acciones fraudulentas sin primero haber verificado las actividades a las cuales ellos mismos les han prestado sus nombres—irónicamente de por si acción que va en contra de uno de los baluartes principales de la ciencia (verificación).

    Semejantemente se ha observado en varias conferencias como individuos inescrupulosos se involucran con ponenciantes para así intentar de obtener algún nivel de trasferencia de legimitidad y virtud del científico originario.   Estos engañosos tienden a presenciarse junto al científico por mayor tiempo de lo necesario para que la cámara ‘capture’ la sugerencia de asociación y virtud que falsamente implica dicha imagen; la mayoría de las personas, después de todo, tienden a bajar la guardia cuando son presentadas por quienes confían.  ‘Amigo tuyo es amigo mío.’ El ponenciante, enfocado naturalmente en el tema de la charla que apunto van a dar, poco se da cuenta del juego que se les esta tramando.

    En general, individuos de bajo carácter tienden a ser caracterizados por un bajo nivel intelectualidad y de poca creatividad originaria.  Se asocian por la necesidad de obtener bienes que ellos mismos no podrían producir por su propia cuenta; que de actualmente hacerlo cesarían de estar involucrados en asuntos de terceros sino en su propia investigación.  La organización “Instituto de Historia de las Ciencias de la Salud (IHCIS)” es un posible ejemplo. Aunque tenemos buenos amigos en la organización, su nombre institucional es algo extraño por varias razones.  Es inordinariamente largo y redundatne, que ya es conocido en la academia como la ‘historia de la medicina’.  Da la impresión que la organización ha querido hacer un ‘piggyback’, sobre en nombre de instituciones locales dedicadas a la ciencias.  Igualmente es extraño porque trata de aludir a “ISIS”, nombre de reconocida revista académica en el campo (historia de la ciencia), posiblemente otra vez para sugerir algún tipo de asociación. 

    Sin duda es muy lamentable el bajo estado ético de los médicos en la isla; el juramento hipocrático se ha caído al piso como si fuera un trapo sucio.  Recordemos las acciones de los “Doctores without Borders” de Puerto Rico que fueron a Haití luego del terremoto, solo para ser capturados por la prensa internacional por conductas de adolescente.  No es el único. Un hecho poco conocido es que fondos que fueron solicitados y obtenidos del gobierno federal para planes de protección contra el bioterrorismo nunca fueron implantados.  Era mejor obtener la primera planilla de fondos, de por si varios cientos de miles de dólares, sabiendo que no se iba a realizar el actual programa debido al trabajo que iba a ‘costar’ a pesar de que devengaría una cantidad mucho mas cuantiosa en nuestra sociedad.

    EN FIN, el ambiente de contundente corrupción que caracteriza la isla implica que el científico de buen carácter y intenso trabajo tiene que asumir mayor envergadura sobre la administración de las instituciones en la cual el o ella trabaja.   Es una tarea que naturalmente detesta, pero que tiene que realizar.  Como decía Salvador Tio, ‘proteger sus leyes como sus murallas’.  El buen científico no puede darse el lujo de entregar dicha administración a terceros, como ha tendido a ocurrir incluso en las universidades que típicamente han sido otorgado a personas del mundo de negocio que poco entiende el carácter y la naturaleza de genuino empresarismo académico.

    Pero eso lo dejamos para otra ocasión…