La Universidad de Puerto Rico como una enorme égida: decrepita y sin innovación intelectual
por Rodrigo Fernos
El profesor de matemáticas de la Universidad de Puerto Rico (UPR) (Recinto de Mayagüez RUM) Arturo Pornoy acaba de dar a saber públicamente que la UPR de ahora en adelante esta cerrando el Plan de Retiro a nuevos empleados, docentes y no docentes.
Si pensaba que la UPR estaba teniendo problemas, este es el clavo que sellara su final como líder académico institucional en Puerto Rico, debido que nuevos profesores--los buenos de verdad--no tendrán un incentivo para trabajar en la institución.
El plan de retiro era una de las funciones sine qua non del estado--unos de los principales beneficios marginales--que implicaba que el estado cuidaría de los trabajadores que habían cuidado del estado--o en este caso particularmente de la investigación y la difusión del conocimiento a los jóvenes puertorriqueños.
En pocas palabras--y curiosamente semejante a lo que ha estado ocurriendo globalmente con el calentamiento global--los viejos están sacrificando a los jóvenes para su propio bienestar. (Las viejas generaciones no han cesado en su uso de dióxido de carbono, empeorando al planeta tierra para futuras generaciones.)
Lo trágico de todo esto, por supuesto, es que las finanzas de la UPR habían sido generalmente bien administradas a través de las décadas. En comparación con otras instituciones como la AEE o la AAA, la UPR siempre había mantenido un flujo saludable al ingreso de las pensiones, que permitía que los viejo profesores se retirasen tranquilamente sabiendo que sus chavos estarían sanos y salvos.
PERO, cuando la Junta de Control Fiscal (PROMESA) decidió cobrarle a TODAS las entidades gubernamentales por los errores de unos pocas--o de la irresponsabilidad fiscales de lideres estatales, ahí es que se fue a pique.
Una vez mas, la política de PROMESA fue absurda, y análogo a que usted le cobrase todas las deudas de sus hermanos, por el mal manejo personal de sus finanzas.
Luis Ferrao acaba de servir de peón político, haciendo las peores decisiones para tratar de lucir bien con quienes están en poder institucional ahora--en vez de lo que tenia que haber hecho para salvaguardar la institución para futura generaciones.
Aunque era de esperarse, la magnitud de la tragedia me deja sin palabras. Tanta la queja de la España colonial, para que los mismos puertorriqueños tomasen políticas políticas cuyo fin a la larga es el primero: destruir el principal centro docente de Puerto Rico.
Jose Julián Acosta y Román Baldorioty de Castro tienen que estar revolcándose en sus tumbas ahora mismo.